Antes de que la necesidad creciera salvaje
y convocara todas mis palabras,
mi cuerpo empezó a estremecerse
con lo abrumadoramente cotidiano.
Así, un abrazo,
un simple abrazo ante unas breves palabras,
brevísimas y dulces,
eran semillas dejadas a su merced en tierra fértil.
De allí la ilusión del amor.
Pero, como todo aquello que crece en espacios limitados, muy pronto sus raíces empezaron a estrangularse.
Menos los recuerdos:
estos crearon laberintos,
tantos como deseos,
y en cada uno, su imposibilidad.
Entre lo que debe podarse
y lo perdido,
estaba yo.
Leyddy Dhianna Reynoso Caraballo.
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