Jugué a perderme
en tu arena infinita,
a descifrar tus desiertos,
y me vi envuelta en ellos,
rodeada de espejismos.
Estudié el origen
de todas tus grietas,
sus hendiduras, sus formas.
Me pregunté:
¿qué puede crecer allí?
Aprendí a llamar a la sequía
con tu nombre,
y aun así, te hice refugio
de todo lo amado;
no dejes que la ferocidad
del viento lo deshaga.
Leyddy Dhianna Reynoso Caraballo.
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